El Gran Fraude Venezolano: Crónica de una Victoria Anunciada

En un giro digno de la pluma de Gabriel García Márquez, Venezuela se encuentra sumergida en una realidad que supera la ficción. Al igual que en la novela «Crónica de una muerte anunciada», donde todos sabían lo que iba a ocurrir pero nadie pudo evitarlo, el desenlace de las elecciones venezolanas del 28 de julio parece haber sido escrito mucho antes de que se abrieran las urnas. El «Gran Fraude Venezolano» se ha desarrollado ante la mirada de todos, con una trama tan predecible como trágica. Nicolás Maduro, cual personaje macondiano, se ha proclamado vencedor en un espectáculo electoral que, como la muerte de Santiago Nasar, todos vieron venir pero pocos pudieron (o quisieron) detener.

Esta es la crónica de una victoria anunciada, donde la democracia, al igual que el protagonista de García Márquez, parece haber sido sacrificada en el altar de la ambición por el poder.

La «Victoria» de Maduro: Un Cuento de Hadas Electoral

Han pasado dos semanas desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela anunció la supuesta victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales. Pero, ¿alguien se lo cree realmente? El CNE dice que Maduro ganó con el 51,95% de los votos, pero hemos sido testigos de que algo no cuadra. 

 

Maduro se aferra al cuento de hadas electoral como “Alicia en el País de las Maravillas” llevando su propia «victoria» ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), como si el Sombrerero Loco juzgara su propio té. Este tribunal, tan imparcial como la Reina de Corazones gritando «¡Que le corten la cabeza!», se dispone a validar los resultados de un Consejo Nacional Electoral que parece haber aprendido matemáticas del Gato de Cheshire. En este reino de fantasía bolivariana, la separación de poderes es tan real como el Conejo Blanco, y la justicia tan equilibrada como un naipe en la punta de una lanza. Maduro, cual Alicia cayendo por la madriguera, nos invita a todos a creer seis imposibilidades antes del desayuno: que el TSJ es neutral, que el CNE es confiable, y que Venezuela vive en una democracia donde los votos se cuentan y los ciudadanos cuentan.

 

Las Actas: El Elefante en la Habitación

Aquí está el quid de la cuestión: las famosas actas electorales. La oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, afirma tener pruebas que demuestran que los resultados oficiales son un fraude monumental. Pero, ¿dónde están estas actas? El gobierno se niega a mostrarlas, alegando «razones de seguridad nacional». ¡Vaya excusa más conveniente!

 

Sin embargo y poniéndonos más serios, las actas la tienen todos los testigos. 

 

El sistema de votación automatizado en Venezuela, es un proceso que se basa en un modelo dual que permite a los votantes emitir su voto de forma electrónica y en papel simultáneamente. Este sistema genera comprobantes impresos de cada voto, lo que debería facilitar la verificación física de los resultados. Teóricamente, este enfoque proporciona un nivel de transparencia al proceso electoral, ya que todos los testigos de mesa, incluidos aquellos de la oposición, reciben copias de las actas con los resultados de cada mesa.

 

Sin embargo, la controversia actual radica en la negativa del CNE de publicar las actas oficiales, lo que ha generado sospechas y acusaciones de fraude. A pesar de contar con un sistema que debería ser transparente, la falta de acceso a las actas oficiales ha llevado a una crisis política que no solo pone en entredicho la legitimidad de las elecciones, sino que también resalta la tensión entre la búsqueda de transparencia y el control autoritario del régimen.

 

La estrategia maestra del Comando Venezuela

El Comando Venezuela, liderado por María Corina Machado, ha implementado una estrategia crucial para demostrar el presunto fraude electoral en las recientes elecciones. Una de las acciones más significativas ha sido la recolección de actas por parte de los testigos de mesa de la oposición. Aprovechando la Ley Electoral venezolana, estos testigos se llevaron consigo copias oficiales de las actas de votación de cada mesa. Esta táctica no solo asegura que la oposición tenga acceso a los resultados reales, sino que también permite una verificación independiente de los mismos.

 

Una vez recopiladas, estas actas fueron digitalizadas y publicadas en una nube segura de internet, lo que permitió hacer públicos los resultados electorales que el CNE aún no ha dado. Esta estrategia ha tenido un alcance significativo, ya que el Comando Venezuela logró publicar el 83,5% de las actas electorales, lo que otorga un carácter prácticamente irreversible a los resultados que muestran. Según estos documentos, el candidato opositor Edmundo González Urrutia habría obtenido el 67% de los votos, en contraste con el 30% que supuestamente recibió Nicolás Maduro, contradiciendo así los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE).

 

VER RESULTADOS DEL COMANDO VENEZUELA AQUÍ

 

Los Jóvenes, la represión y la comunidad internacional

Mientras tanto, las calles de Venezuela están que arden. Los jóvenes, hartos de promesas vacías y elecciones amañadas, están saliendo a protestar en masa. Su mensaje es claro: quieren libertad, democracia y un futuro con verdaderas oportunidades dentro de Venezuela.

 

¿Y cómo responde el gobierno a estas protestas pacíficas? Con su táctica habitual: represión y más represión. Y la “familia militar” mirando su ombligo  mientras se están produciendo detenciones arbitrarias a diestro y siniestro, y los medios de comunicación independientes están siendo silenciados. 

 

El mundo está observando, pero ¿está haciendo algo? La OEA, la UE y varios países han condenado el proceso electoral, pero sus palabras (como suele ocurrir) suenan huecas sin acciones concretas. Parece que todos expresen preocupación, pero ¿de qué sirve la preocupación cuando lo que se necesita es acción?

 

La pregunta del millón: ¿qué pasará ahora? ¿Seguirá Maduro aferrado al poder como una lapa? ¿Lograrán los jóvenes y la oposición el cambio que tanto anhelan? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: Venezuela merece llegar HASTA EL FINAL.

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