En pleno auge de la tecnología de la inteligencia artificial (AI), y en la búsqueda por influir en la opinión pública y ganar elecciones, la política ha encontrado un aliado y, al mismo tiempo, una amenaza en la tecnología. Los deepfakes, una forma de manipulación digital, han emergido como una herramienta poderosa en la arena de las campañas políticas, donde su uso plantea serias preocupaciones éticas y democráticas.
¿Qué es el deepfake?
La palabra deepfake es un término combinado de deep learning y fake:
- Deep learning o aprendizaje profundo, como una de las ramas de la inteligencia artificial.
- Fake o falso, se refiere los bulos y las noticias falsas en la red.
Los deepfakes son generados por la IA en directo, por medio de videos, imágenes o audios generados que imitan la apariencia y el sonido de una persona mediante el uso de tecnologías de aprendizaje profundo. En política, los deepfakes se utilizan para falsificar declaraciones de políticos, difamar, desacreditar o manipular elecciones, en su forma más común son filtros de realidad aumentada.
Deepfakes en Campañas Políticas
En el ámbito político, plantea serias preocupaciones en cuanto a la manipulación, esto podría llevar a la difusión de información falsa o engañosa con el fin de influir en la opinión pública y en los resultados electorales.
Según un artículo, los expertos políticos de la Universidad de Virginia han expresado su preocupación sobre el uso de deepfakes en campañas políticas, advirtiendo que los operativos políticos podrían desarrollar anuncios de ataque utilizando esta tecnología. Incluso se menciona un caso donde la campaña presidencial del gobernador de Florida, Ron DeSantis, utilizó fotos realistas generadas por computadora en un video.
La posibilidad de que los deepfakes se utilicen para manipular a los votantes es una preocupación creciente. Carah Ong Whaley, del Centro de Política de la Universidad de Virginia, ha destacado que la inteligencia artificial (IA) podría ser utilizada no solo para crear deepfakes, sino también para realizar microsegmentación a través de campañas de mensajes de texto y correo electrónico.
Un ejemplo destacado de deepfakes es un video alterado de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi. En este video, se la observa durante una conferencia de prensa, pero su voz ha sido manipulada para sonar más lenta y se han eliminado las pausas entre las palabras, lo que genera la impresión de que está bajo los efectos del alcohol o confundida. Otro caso es un video editado de Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, donde se le ve discutiendo sobre el control de datos y la privacidad durante una entrevista.
Tras las especulaciones sobre una presunta detención del ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sus seguidores se movilizaron en masa para expresar su apoyo. Durante estas manifestaciones, se difundieron ampliamente en las redes sociales imágenes generadas por Inteligencia Artificial (IA), las cuales se volvieron virales en cuestión de horas y dadas por válidas en una parte importante de la sociedad.
Desafíos para su regulación
En respuesta a esta amenaza, algunos países han comenzado a implementar leyes y regulaciones para prohibir o limitar el uso de deepfakes con fines políticos. Sin embargo, estas medidas por sí solas pueden no ser suficientes para abordar el problema en su totalidad.
Es imperativo que se continúe trabajando en la implementación de políticas y mecanismos de control que aborden no solo la etiqueta de anuncios generados por IA, como el proyecto de ley introducido en el Congreso por los demócratas, sino también otros aspectos éticos y legales relacionados con su uso en campañas políticas.
La colaboración entre legisladores, expertos en tecnología y sociedad civil será crucial para garantizar que se establezcan normas sólidas y efectivas que mitiguen los riesgos asociados con la manipulación y desinformación en el entorno político.
En resumen, el uso de deepfakes en campañas políticas plantea serias amenazas a la integridad de las elecciones y a la confianza pública en el proceso democrático. Es fundamental que se tomen medidas para regular esta tecnología y prevenir su uso indebido en el ámbito político.
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